Busqué a
mi primo con la mirada y me acerqué a él. No recuerdo si pude pronunciar algo,
pero recuerdo que lo abracé. Y le sonreí.
– Con todo lo que pasó, olvidé tu
cumpleaños – me dijo apenado
– No seas tonto – le dije – eso no
importa ahora.
Pero si
me importaba, y mucho. Ese no había sido mi mejor regalo.
Las cosas
continuaron tensas durante algún tiempo. Leanne se volvió un tema delicado de
tocar. Incluso hoy, después de casi año y medio de lo sucedido, el tema no está
bien superado. Pero me pregunto ¿Esas cosas en verdad pueden superarse algún
día?
Andrei es
el hermano mayor de Leanne. Siento que fue él quien le dio la fuerza suficiente
a mi primo para seguir. Es un niño, tiene 4 años. En realidad nunca supe si
alguna vez llegó a comprender la muerte de su hermana, ni me atrevo a
preguntar. Decidieron que mi sobrino no estuviera presente en el funeral, yo
creo que por miedo. Cómo sea, Andrei está bien. Se convirtió en el niño mejor
cuidado del mundo después de lo sucedido.
Pero
entonces, logré que Leanne volviera a nacer.
En esos
tiempos, yo me encontraba escribiendo los principios de Sunset 3. Decidí que
como Sam había tenido una hija, Ariel tendría un niño. Pero entonces Cristal
tuvo gemelos y yo tenía en mi historia a la niña que nos habían arrebatado en
la vida real. Leanne, la llamé. Todo para mantenerla viva.
Veinticuatro
días después de que Leanne muriera, nació otra bebé. Luna, le pusieron.
Mentiría
si dijera que al principio no sentí envidia. Mientras nosotros estábamos
viviendo un luto, otra familia estaba festejando el nacimiento de su nueva
integrante. Luna, la pequeña sobrina de una de mis mejores amigas.
La conocí
pocos meses después. La pequeña actriz nos ayudó saliendo en un video que
presentamos para la escuela. Recuerdo que era inevitable convivir con ella y no
quererla.
Al mismo
tiempo conocí a Lili, la mamá de Luna. Desde el principio fue muy amigable con
nosotras, por lo que me cayó bien. Era alegre y abierta, podías saberlo porque
acabándonos de conocer ya nos estaba mostrando el video de su parto.
Después
de un largo trabajo de parto, vimos a Lunita nacer. El doctor la tomó entre sus
brazos y la miró, con gesto preocupado. Se la llevó hasta otro lugar para
limpiarla y la cámara lo siguió. Siguió examinándola un rato, tomándole la
cabeza. Después volvió a la habitación donde estaba Lili.
Creo que
así fue como se enteraron que Luna nació con síndrome de down.
Marifer,
mi amiga, ya nos había contado que Lili estaba muy afectada por eso, por lo que
nadie tocó el tema. En realidad fue duro para toda la familia, pero Lunita era
su adoración. Yo fui testigo de cuanto la amaban.
Lunita
era aún más pequeña que Leanne, pero tenía unos ojos enormes y bonitos. Era una
niña risueña y coqueta. Su sonrisita es simplemente algo que no puedes olvidar.
Tuvieron
que hacerle varios estudios. Resulta que la tercera parte de quienes nacen con
síndrome down tienen problemas cardiacos. Y Lunita estaba entre ellos, tenía
una abertura en su pequeño corazón que, según tengo entendido, fue creciendo.
Retrasaron
la operación a corazón abierto lo más que pudieron, sobretodo porque ella
estaba aún muy chiquita y delgada. Pero llegó un momento en el que no hacer la
cirugía se volvió tan peligroso como hacerla, y Lunita entró al quirófano casi
ocho meses después de haber nacido.
Fue una
operación demasiado larga. Estoy hablando de más de 7 horas. Luna era fuerte y lo
demostró durante todo ese tiempo, pero al final… no pudo.
Esa misma
noche me encontraba en el segundo velorio de una bebé. Y no tenía idea alguna
de cómo sentirme al respecto. “¿Es en serio?” pensé ante la loca idea de que
Dios escuchaba mis pensamientos “¿A las dos? ¿Tenías que llevarte a las dos?”
Lunita
amaba los globos de gas en forma de estrella, por lo que ésa noche todos
llevábamos uno en lugar de flores. Pensé que a Leanne le hubiera gustado algo
así, los globos le daban vida al lugar, estaban por todas partes, a donde
quiera que voltearas.
Esa vez
no me impactó el tamaño del pequeño féretro. Yo ya sabía lo que venía. Ya no
era la misma Jessica del año pasado, ya no caminaba con la cola entre las patas
pensando “no quiero verla, no quiero que ése sea mi último recuerdo”.
No.
Quería verla por última vez. Quería despedirme de ella frente a frente.
Ver a
Leanne me causó dolor. Ver a Lunita me trajo paz. Estaba hermosa con los labios
coloreados y su vestido impecable. Era imposible que estuviera muerta. Solo era
un ángel durmiendo.
Marifer
aún no llegaba, pero ahí estaban su papá y su hermana. Me acerqué primero a
ella y nos abrazó con fuerza “Se nos fue” pronunció entre su llanto.
Hay
momentos en la vida en los que tienes que consolar a una persona y tu mente
está en blanco. Y es horrible no saber qué decir. “¿Verdad que está muy
bonita?” preguntó “Yo la vestí”
Creo que
fue ese el momento en el que me solté a llorar.
Intenté
secarme un poco las lágrimas antes de acercarme a su padre, un hombre al que
estimo mucho “Lo siento mucho” murmuré y le di un abrazo “ahora ella los está
cuidando a ustedes”. Él solo me lo agradeció al devolverme el abrazo.
Marifer
llegó un poco después de eso. Verla, fue como verme a mí misma. Fue recordar el
estado de shock en el que estaba sumida antes de ver a Leanne. Cuando la
abrazamos se altero un poco “¿Lunita está ahí?” preguntó. Mi amiga Fer asintió
con la cabeza “¿Qué hago?”.
Ninguna
de nosotras respondió. Yo no podía dejar de ver a mi amiga. Y no podía decirle
nada. Sabía exactamente como se sentía y no encontraba las palabras adecuadas,
porque en realidad no hay palabras para consolar una perdida como esa. Yo había
pasado por eso tan solo unos meses antes que ella, y la verdad nunca se lo
hubiera deseado a nadie.
Marifer
terminó por acercarse a Luna, abrazada a su hermana y su mamá. La miró
atentamente y fue ese el momento en el que decidí darle privacidad. Cuando
volvió a acercarse a nosotros preguntó: “Le cocieron su boquita ¿verdad?”
Una vez
más no supe que responder.
No sé
cuánto tiempo transcurrió después de eso, pero recuerdo que sentí como si se
detuviera cuando vi entrar a Lili. Iba abrazada de su esposo, el hermano mayor
de Marifer, y en cuánto entró a la estancia se detuvo y sollozó en voz alta.
Estoy
casi segura de que todos nos congelamos, a todos se nos heló la sangre y se nos
llenaron los ojos de lágrimas. Lili empezó a pronunciar la palabra “no” e
intentó quedarse donde estaba, pero poco a poco su esposo la fue acercando a
Lunita, sin dejar de abrazarla.
Puedo
asegurar que el llanto de Lili es el más doloroso que he escuchado hasta hoy.
Escucharla gritar “mi hija” me partió completamente en dos. Ver desecha a esa
mujer alegre que yo había conocido movió algo muy dentro de mí…
Algo que
intentó sofocarme al comprender que jamás volvería a ver esos bonitos ojos
obscuros.
Se me ha hecho duro leer, si es una historia real te mando todo mi cariño en un abrazo con alas, sino, ojala así sea, te felicito por tu escritura.
ResponderBorrar¡Buen vuelo! www.estiempodevolarblog.blogspot.com
Es muy real, pero gracias por todo tu cariño. Hay cosas que simplemente se escriben con el alma.
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