martes, enero 27, 2015

Después de un año lloré... lloré de nuevo por sus muertes (2)

Busqué a mi primo con la mirada y me acerqué a él. No recuerdo si pude pronunciar algo, pero recuerdo que lo abracé. Y le sonreí.

            – Con todo lo que pasó, olvidé tu cumpleaños – me dijo apenado
            – No seas tonto – le dije – eso no importa ahora.

Pero si me importaba, y mucho. Ese no había sido mi mejor regalo.

Las cosas continuaron tensas durante algún tiempo. Leanne se volvió un tema delicado de tocar. Incluso hoy, después de casi año y medio de lo sucedido, el tema no está bien superado. Pero me pregunto ¿Esas cosas en verdad pueden superarse algún día?

Andrei es el hermano mayor de Leanne. Siento que fue él quien le dio la fuerza suficiente a mi primo para seguir. Es un niño, tiene 4 años. En realidad nunca supe si alguna vez llegó a comprender la muerte de su hermana, ni me atrevo a preguntar. Decidieron que mi sobrino no estuviera presente en el funeral, yo creo que por miedo. Cómo sea, Andrei está bien. Se convirtió en el niño mejor cuidado del mundo después de lo sucedido.

Pero entonces, logré que Leanne volviera a nacer.

En esos tiempos, yo me encontraba escribiendo los principios de Sunset 3. Decidí que como Sam había tenido una hija, Ariel tendría un niño. Pero entonces Cristal tuvo gemelos y yo tenía en mi historia a la niña que nos habían arrebatado en la vida real. Leanne, la llamé. Todo para mantenerla viva.

Veinticuatro días después de que Leanne muriera, nació otra bebé. Luna, le pusieron.

Mentiría si dijera que al principio no sentí envidia. Mientras nosotros estábamos viviendo un luto, otra familia estaba festejando el nacimiento de su nueva integrante. Luna, la pequeña sobrina de una de mis mejores amigas.

La conocí pocos meses después. La pequeña actriz nos ayudó saliendo en un video que presentamos para la escuela. Recuerdo que era inevitable convivir con ella y no quererla.
Al mismo tiempo conocí a Lili, la mamá de Luna. Desde el principio fue muy amigable con nosotras, por lo que me cayó bien. Era alegre y abierta, podías saberlo porque acabándonos de conocer ya nos estaba mostrando el video de su parto.

Después de un largo trabajo de parto, vimos a Lunita nacer. El doctor la tomó entre sus brazos y la miró, con gesto preocupado. Se la llevó hasta otro lugar para limpiarla y la cámara lo siguió. Siguió examinándola un rato, tomándole la cabeza. Después volvió a la habitación donde estaba Lili.

Creo que así fue como se enteraron que Luna nació con síndrome de down.

Marifer, mi amiga, ya nos había contado que Lili estaba muy afectada por eso, por lo que nadie tocó el tema. En realidad fue duro para toda la familia, pero Lunita era su adoración. Yo fui testigo de cuanto la amaban.

Lunita era aún más pequeña que Leanne, pero tenía unos ojos enormes y bonitos. Era una niña risueña y coqueta. Su sonrisita es simplemente algo que no puedes olvidar.

Tuvieron que hacerle varios estudios. Resulta que la tercera parte de quienes nacen con síndrome down tienen problemas cardiacos. Y Lunita estaba entre ellos, tenía una abertura en su pequeño corazón que, según tengo entendido, fue creciendo.

Retrasaron la operación a corazón abierto lo más que pudieron, sobretodo porque ella estaba aún muy chiquita y delgada. Pero llegó un momento en el que no hacer la cirugía se volvió tan peligroso como hacerla, y Lunita entró al quirófano casi ocho meses después de haber nacido.

Fue una operación demasiado larga. Estoy hablando de más de 7 horas. Luna era fuerte y lo demostró durante todo ese tiempo, pero al final… no pudo.

Esa misma noche me encontraba en el segundo velorio de una bebé. Y no tenía idea alguna de cómo sentirme al respecto. “¿Es en serio?” pensé ante la loca idea de que Dios escuchaba mis pensamientos “¿A las dos? ¿Tenías que llevarte a las dos?”

Lunita amaba los globos de gas en forma de estrella, por lo que ésa noche todos llevábamos uno en lugar de flores. Pensé que a Leanne le hubiera gustado algo así, los globos le daban vida al lugar, estaban por todas partes, a donde quiera que voltearas.

Esa vez no me impactó el tamaño del pequeño féretro. Yo ya sabía lo que venía. Ya no era la misma Jessica del año pasado, ya no caminaba con la cola entre las patas pensando “no quiero verla, no quiero que ése sea mi último recuerdo”.

No. Quería verla por última vez. Quería despedirme de ella frente a frente. 

Ver a Leanne me causó dolor. Ver a Lunita me trajo paz. Estaba hermosa con los labios coloreados y su vestido impecable. Era imposible que estuviera muerta. Solo era un ángel durmiendo.

Marifer aún no llegaba, pero ahí estaban su papá y su hermana. Me acerqué primero a ella y nos abrazó con fuerza “Se nos fue” pronunció entre su llanto.

Hay momentos en la vida en los que tienes que consolar a una persona y tu mente está en blanco. Y es horrible no saber qué decir. “¿Verdad que está muy bonita?” preguntó “Yo la vestí”

Creo que fue ese el momento en el que me solté a llorar.

Intenté secarme un poco las lágrimas antes de acercarme a su padre, un hombre al que estimo mucho “Lo siento mucho” murmuré y le di un abrazo “ahora ella los está cuidando a ustedes”. Él solo me lo agradeció al devolverme el abrazo.

Marifer llegó un poco después de eso. Verla, fue como verme a mí misma. Fue recordar el estado de shock en el que estaba sumida antes de ver a Leanne. Cuando la abrazamos se altero un poco “¿Lunita está ahí?” preguntó. Mi amiga Fer asintió con la cabeza “¿Qué hago?”.

Ninguna de nosotras respondió. Yo no podía dejar de ver a mi amiga. Y no podía decirle nada. Sabía exactamente como se sentía y no encontraba las palabras adecuadas, porque en realidad no hay palabras para consolar una perdida como esa. Yo había pasado por eso tan solo unos meses antes que ella, y la verdad nunca se lo hubiera deseado a nadie.

Marifer terminó por acercarse a Luna, abrazada a su hermana y su mamá. La miró atentamente y fue ese el momento en el que decidí darle privacidad. Cuando volvió a acercarse a nosotros preguntó: “Le cocieron su boquita ¿verdad?”

Una vez más no supe que responder.


No sé cuánto tiempo transcurrió después de eso, pero recuerdo que sentí como si se detuviera cuando vi entrar a Lili. Iba abrazada de su esposo, el hermano mayor de Marifer, y en cuánto entró a la estancia se detuvo y sollozó en voz alta.

Estoy casi segura de que todos nos congelamos, a todos se nos heló la sangre y se nos llenaron los ojos de lágrimas. Lili empezó a pronunciar la palabra “no” e intentó quedarse donde estaba, pero poco a poco su esposo la fue acercando a Lunita, sin dejar de abrazarla.

Puedo asegurar que el llanto de Lili es el más doloroso que he escuchado hasta hoy. Escucharla gritar “mi hija” me partió completamente en dos. Ver desecha a esa mujer alegre que yo había conocido movió algo muy dentro de mí…



Algo que intentó sofocarme al comprender que jamás volvería a ver esos bonitos ojos obscuros. 




2 comentarios:

  1. Se me ha hecho duro leer, si es una historia real te mando todo mi cariño en un abrazo con alas, sino, ojala así sea, te felicito por tu escritura.
    ¡Buen vuelo! www.estiempodevolarblog.blogspot.com

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    1. Es muy real, pero gracias por todo tu cariño. Hay cosas que simplemente se escriben con el alma.

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