Pero del 2015. Si, eso significa que nos
conocimos hace cuatro años aproximadamente y aún sigo pensando en ti. Pero las
cosas ya no son iguales porque yo ya no soy la misma niña que moriría
esperándote. Te leí en mi viejo diario y te recordé, tanto las cosas buenas
como las malas y me di cuenta que desde un principio fuimos complicados e
imperfectos. Tú y yo nunca embonamos, fuimos dos piezas de rompecabezas
distintas e inmaduras que solo se maltrataron la una a la otra al intentar
juntarse cuando era imposible.
Y aún así, una vez que nos separamos, cada
tanto volvíamos como imanes para seguir haciéndonos daño, porque se sentía
bien. Porque tú y yo no éramos tan fáciles como respirar pero el dolor nos
hacía sentir vivos y eso, cariño, también es querer. De una manera enfermiza y
dañina, pero es querer a fin de cuentas.
Y sé que yo te quise de verdad, como nunca
había querido antes. Y sé también que siempre te querré, pero leer todo eso me
hizo comprender que todas las veces que nos hemos vuelto a buscar han sido innecesarias.
No vale la pena. Te quiero, pero no te quiero conmigo. Eres ese amor destinado
a perder siempre y yo, querido mío, ya estoy muy cansada de perder.
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