Sírvame por favor un café bien cargado, pero de ese que
tiene en sus ojos. No se ofenda si le digo que me lo quiero beber, pero bien
caliente para quemarme con el amargo sabor de sus besos. No quiero azúcar,
gracias, ciertas cosas dulces no van conmigo. Prefiero que la cafeína me
devuelva la vida que usted me quitó en las noches, pero no me deje dormir
porque perderíamos el tiempo y el amor se enfriaría. Digo, el café se enfriaría
y recalentado ya no sabe ni se siente igual.
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