sábado, mayo 25, 2013

Amor, a fin de cuentas


          – Despierta

 

Ella abre los ojos de golpe. Desorientada, mira a su alrededor. No reconoce el lugar donde se encuentra, pero reconoce a la persona que camina lentamente hacia ella. Un escalofrío le recorre la espalda. De pronto, le cuesta trabajo respirar. Es él. El anhelo es tan intenso que los frenéticos latidos de su corazón comienzan a doler. Sigue siendo hermoso. La piel morena brilla por el sudor y una fina capa de vellos recorre su torso desnudo hasta acabar en el ombligo. Va descalzo y los pantalones de mezclilla le cuelgan de las caderas. No pudo evitar notar lo mucho que habían crecido sus músculos, aún así, era duro recorrer esos brazos con la mirada y evocar el recuerdo de los tiernos abrazos del pasado. Los humanos, pensó, poseen una ternura única que guía hacia la locura.

Una lágrima resbaló por su mejilla al ver su rostro y notar que estaba molesto. No era aquel el rostro que le gustaba, ella estaba deseando mirar de nuevo aquella sonrisa que la derretía como lava ardiente dentro de su propio cuerpo. La barba de tres días, los ojos chocolate, las pestañas largas y los gruesos labios estaban dominados por una expresión de odio.

            – Es tarde para llorar

 

Ella tembló al escuchar su voz, aterradora y provocativa a la vez, sutilmente sexy, como los susurros al oído que solía decirle antes de besarla en el cuello. Recordó el calor y explotó por dentro. Cuanto lo había extrañado, necesitado, era casi insoportable estar viéndolo sin poder tocarlo.

 

Ella cerró la boca y alzó la barbilla, en un intento de hacerse con la poca fuerza de voluntad que le quedaba. Él aceptó el desafío y se acercó hasta no dejar espacio entre ambos cuerpos. Una dolorosa oleada de calor los recorrió a ambos. Él apretó los puños con fuerza mientras las aletas de la nariz se dilataban con su respiración. Ella intentó apartarlo, pero sus brazos se detuvieron a mitad del camino. Incrédula, miró las gruesas cadenas atadas a sus muñecas y soltó un leve jadeo por la impresión. Él sonrió ante eso y a ella le dolió que su desdicha le divirtiera. Lo miró, por primera vez lo miró a los ojos, aún sabiendo que eso podría debilitarla. Eran como espejos, podía verse claramente en ellos: el largo vestido de volantes, color rojo sangre, le caía hasta los pies. Traía el cabello recogido, a pesar de odiar llevarlo así. La pálida piel tenía dos mejillas rosas, seguramente por todo lo que le provocaba aquél humano. Los ojos se le veían grandes por el rímel y los labios estaban pintados con un intenso carmesí. Parecía más un demonio que un ángel, pero las grandes e inmaculadas alas blancas que sobresalían de su espalda no mentían… aún.

 

Ella retrocedió conforme él se acercó, hasta que sus alas chocaron contra la pared de piedra y quedó atrapada. Una de sus manos subió hasta posarse en la mejilla y acariciarla suavemente con las yemas de los dedos. Ella quería cerrar los ojos y dejarse llevar, pero no podía dejar de verlo. Es tan hermoso, se repitió. Lentamente, su mano trazó un breve caminó hasta su cuello, después, con violencia, le tomó la nuca y la acercó sin problemas a él. El fuerte brazo que hasta ese momento había estado libre rodeó la delgada cintura del ángel y juntó sin cuidado sus cuerpos. Pecho contra pecho, ella ladeó su rostro y los labios de él cayeron sobre los suyos.

 

Creyó que jamás volvería a verlo, a besarlo, pero ahí estaba; abriendo su boca y jugando con la lengua, robándole el aliento, comiéndose los gemidos que escapaban de su garganta. Era magnifico. El atardecer se fundió en sus cuerpos, llenándolos de calor. Ella lo mordió dulcemente, desesperadamente, un beso no era suficiente para seguir respirando. Necesitaba darle más, obedecer las caricias de su lengua y volverse sumisa ante sus manos, sus palabras. Necesitaba abrazarlo y sentir a su agitado corazón latiendo contra el de ella. Lo necesitaba, tuvo el impulso de ponerse a llorar desconsoladamente al darse cuenta.

 

Él la soltó. Ella, mareada, tardó en volver a mirarlo. Su pecho subía y bajaba rápidamente, siguiendo el ritmo de su respiración.

             – Por favor – suplicó con lágrimas en los ojos

 

Él negó con la cabeza mientras volvía a separarse. Ella intentó seguirlo, pero las cadenas se tensaron y le impidieron moverse. Desesperada, abrió sus alas y forcejeó con las ataduras. Se sentía morir cada vez que el daba un paso hacia atrás, aumentando la distancia entre sus cuerpos. Cada vez estaba más lejos.

 

Se detuvo a la misma distancia en la que había estado anteriormente y se agachó para recoger algo. Ella entreabrió los labios y dejó que sus brazos cayeran a sus costados, inmóviles. Él acomodó la puntiaguda flecha en el arco y la jaló en contra de la tensionada cuerda. En seguida, apuntó con el arma hacia el pecho del ángel. Ella no se movió, a pesar de que ya lo había comprendido todo. Miró, muy quieta, a aquél humano que acabaría por convertirse en su asesino. No iba a detenerlo, merecía morir. Había lastimado a su tonto, único y favorito amor de una forma irreparable. Lo había abandonado aún sabiendo que ninguno podía vivir sin el otro. Los errores siempre tenían un precio y, tarde o temprano, había que pagarlo.

            – Lo lamento – susurró ella mientras plegaba sus alas  

 

Él la miró por última vez. Ella pudo ver la oleada de amor y odio que se arremolinaba en sus ojos. La odiaba y amaba al mismo tiempo. Sonrío, pensando para sí misma que también lo amaba como a nadie más. El sol se escondió por completo y la flecha salió disparada en ese mismo segundo. No falló, fue un tiro perfecto; atravesó su corazón de una sola vez.

 

Su cuerpo se desplomó sin aliento. La muerte fue inmediata.  

 

sábado, mayo 18, 2013

Me llamo Jess,

 
Quiero dejar de tener miedo. Quiero tener más tiempo para mí, y para mi amigos. Quiero dejar de ser orgullosa. Quiero ser más relajada.

Desde que cumplí 15, la vida paracere un acelerador. Tengo 20 años recién cumplidos, y cada vez que creo que he vivido lo suficiente respecto a algo, la vida me sorprende. También me gusta cantar, y bailar, y caminar, y pensar. Amo leer, y aún más escribir.

A veces soy tímida y a veces atrevida. También pensativa. Callada. Observadora. Sensible. Sarcástica. Y reservada.

Tengo amigos malos, impulsivos y egoistas. Y amigos buenos que, aunque saben que no soy perfecta, me quieren, no importa lo que pase.

Siempre quise casarme. Nunca soñé con mi boda, pero siempre pensé en mi casada. Ahora, no estoy tan segura. Pero desde que tengo memoria he dicho que voy a tener una niña y que se va a llamar "Arely".

Ya no soy tan chaparra como lo era antes, pero a pesar de mis 20 años la gente dice que parezco de 16 o 17, y que tengo rostro y voz de niña chiquita, por lo que cuando recién me conocen soy la burla hasta que lo superan (algunos jamás lo superan).

El clima no tiene que ver con mi estado de ánimo, pero el calor me estresa, mientras que la lluvia y el frio me relajan.

Adoro la Luna. Adoro buscarla. Adoro encontrarla y mirarla. Adoro contarle mis secretos. Adoro sus fases. Adoro todo de ella.

Tal vez yo me enamoro muy fácil, tal vez me enamoro de cosas sencillas, pero a veces prefiero dejar de pensar en lo que es el amor, y no recordarlo hasta que (tontamente) vuelva a enamorarme.

Tengo etapas en las que lo único que hago es escuchar música. Pero normalmente tengo tantas cosas en la cabeza que suelo escucharme más bien a mi misma. Tal vez por eso estoy tan distraída todo el tiempo.
Pero, hablando de música, me gusta mucho como suena el piano, no se tocarlo. A veces pienso que estaría bien aprender a hacerlo, pero no soy tan musical como para pelearme con las notas a estas alturas.

Me trabo cuando me emociono y quiero explicar o decir algo rapidamente. Y es horrible porque entonces tengo que respirar, pensar bien la palabra que quiero decir y pronunciarla lentamente.Cuando conozco una palabra pegadiza, la repito, la repito y la repito hasta que se me olvida. La palabra pegadiza de este tiempo es: "Chillar"

Suelo morderme (inconscientemente) la uña del pulgar cuando estoy pensando, o estoy dudosa. En cambio, me muerdo la del dedo anular mientras sonrio cuando estoy nerviosa. Cuando estoy muy, muy, muy nerviosa o cohibida, suelo reirme sin poder parar y cubrirme la cara.


Le tengo miedo a este año; a mí último año de Universidad. Siento que despues de eso la vida cambia mucho.

Odio a las personas que TODO el tiempo quieren llamar la atención y lo hacen de una manera exagerada. Quiero golpearlos. No me gusta lo dulce, me empalaga. Me gusta lo enchiloso pero soy bien nena para eso. Me encanta lo salado. No me gusta la comida, ni comer. Casi no como carne y casi siempre le tengo que poner limón y sal a todo para que me sepa bien y pueda comerlo. Las únicas tres cosas sin las que no podría vivir son: el cereal, las palomitas y el spaguethi.

También sueño muchisisisimo. Creo que es por que soy muy susceptile a mis emociones. También me han dicho que es porque no "apago" mi imaginación, pero no sé como eso podría apagarse. A veces, las pesadillas son muy malas. Una noche, me la pasé soñando con demonios. Fue como vivir una película de terror, aunque, viendo el lado positivio, a veces me sirven para escribir una novela o un capítulo. Una vez soñé con un búho blano que no he podido olvidar, desde entonces me gustan mucho los búhos.

También he soñado con "Ana" la de la anorexia, y ése no fue un sueño muy agradable.


Me dan miedo los elevadores, no puedo subirme a uno si no estoy acompañada de alguien que conozca. Creo que ultimamente me he hecho más claustrofobica (creo que así se escribe) porque me estreso mucho o me pongo muy inquieta cuando estoy en una salón sin ventanas. Es horrible. También me dan mucho miedo las cucarachas. No asco. Es de verdad un terror inexplicable que no recuerdo cuando comenzó.


Nunca salgo a la calle sin mi reloj blanco y un anillo plateado que me regalaron hace como un año, el cual pongo en mi dedo índice. Me encantan los anillos.


Durante mucho tiempo, mi color favorito fue el morado, el morado ¡ah! y el morado, hoy también me encantan el coral, el rosa, el rojo y los tonos beige.


La primera vez que me desmayé, fue en una Iglesia.


En realidad, soy una persona muy tranquila. Inocente e ingenua, dicen algunos. Escritora y soñadora, digo yo.

Mi nombre completo es Jessica Moyado, pero me llamo Jess.

martes, mayo 14, 2013

Algo nuevo...


 
Poco a poco, les contaré sobre mí. Por ahora, lo importante es que mi nombre es Jessica y que amo escribir.
 
Hace más de tres años que me animé a publicar mis escritos. Lo hice a través de la plataforma de metroblog (http://wordslove.metroblog.com/) En ella he contado algunos de mis sentimientos, y escondido muchos otros entre mis palabras. Me encanta escribir ficción, y con ficción me refiero a historias ajenas a mí. Novelas. He publicado 7 en ese blog.
 
Una llega a querer a su blog, lo juro, sobretodo cuando le pones tanto empeño. Con mi metroblog, llamado "Words Love" aprendí lo que es dedicarle tiempo a este pequeño mundo. Lo amo. Ha cambiado junto conmigo. Y tengo tantas entradas y comentarios tan especiales, que me impulsan a mantenerlo a flote.
 
Pero, también me di cuenta que hice amigas, favoritos, comentarios, votos que me han hecho caer en una "zona de confort". Empezar Words Love no fue nada fácil, y me vi tentada a abandonarla en más de una ocasión. Pero me alegra no haberlo hecho.
 
En realidad, empezar algo nuevo nunca es fácil. Y por eso me reté a mi misma a crear una segunda versión de Words Love; "El amor hacia las palabras", en una plataforma diferente, donde no tengo amigos que ya sé que me leerán, o firmarán. Donde tengo que encontrar a nuevas personas que formen parte de mi vida.
 
Estoy empezando desde cero mi "algo nuevo". Aquí, compartiré muchas cosas nuevas, y mis mejores vejestorios. Pretendo crear un espacio más personal. Amo la ficción, pero he de admitir, que a veces me escondo detrás de ella. A ver como me va en un lugar donde tengo que mirarme a mí de vez en cuando, en lugar de a los personajes que mi mente crea.
 
 
 
¿Y tú? ¿Ya comenzaste tu "algo nuevo"? 
 
 
 
 

Lee "Sunset"